¿Estás listo para comenzar tu negocio? ¿Estás seguro de que tienes todo lo que necesitas? La respuesta, impulsiva, por cierto, fue un ¡sí!” que no por firme pudo esconder las dudas. Luciano estaba convencido de que había llegado su momento, se sentía empoderado, ya había dejado atrás algunas dificultades, pero de pronto se vio en un mar de incertidumbre que lo atormentó.
“Sí, Pablo, tengo todo. Ya formalicé mi empresa, tengo la página web, ya contraté un experto para que me ayude con la estrategia en redes sociales y el producto, Pablo, el producto, es algo que no te imaginas: ¡una maravilla!”. El entusiasmo de este joven de 31 años era evidente: le brillaban los ojos cuando hablaba del tema y su conversación era dinámica, amena, cargada de alegría.
A estas alturas de la vida, Luciano estaba decidido a sentar cabeza. Siempre había sido el consentido del abuelo, que le patrocinaba sus aventuras, que le cubría sus errores, que lo había malcriado. Sin embargo, Alfredo, el abuelo, sentía que no le quedaba mucho tiempo en este mundo y un día llamó a su nieto preferido y lo encaró. Ese fue el punto bisagra para Luciano.
“Nene (siempre lo llamó así), no voy a estar toda la vida para ti. Algún día me voy a ir, porque así es la vida. Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿A qué te vas a dedicar?”. Con esas preguntas, Luciano se estremeció. La verdad, era algo que no había considerado jamás, como si creyera que el abuelo iba a estar ahí siempre, como si el abuelo fuera inmortal. Por eso, la conversación logró conmoverlo.
El abuelo fue un importante empresario, fundador de varias empresas, y era conocido como la biblia de los negocios. Había superado varias crisis, sufrió varios fracasos que lo obligaron a volver a empezar y hasta que se retiró siempre estuvo al frente de sus empresas. Su frustración era que ninguno de sus hijos, ni su nieto, habían mostrado interés alguno del tomar el relevo.
La charla con el abuelo fue el disparador que despertó en Luciano ese espíritu emprendedor que poseía y que nunca había utilizado. Se dio cuenta de que desperdiciaba su vida, de que no sacaba provecho de sus dones y talentos, de que permitía que sus sueños se le escaparan. Y se dio a la tarea de cambiar esa realidad: quería construir un negocio en internet, uno que lo hiciera millonario.
Estaba convencido de que, con las enseñanzas del abuelo, más sus ímpetus y ganas de triunfar, lo iba a lograr. Sin embargo, no era así. Había un sinnúmero de amenazas que lo rondaban, oscuras sombras que lo perseguían sin que él se diera cuenta: su fragilidad emocional. Por la forma en que sus padres lo habían criado, por la influencia sobreprotectora del abuelo Alfredo, no había madurado.
La fragilidad emocional, un mal muy común, es la incapacidad para manejar emociones intensas. Y, por si no lo sabías, el mundo de los negocios, dentro o fuera de internet, es lo más parecido que hay a una montaña rusa. Sí, se trata de un camino lleno de obstáculos, de riesgos, de duros ascensos y vertiginosas caídas, de curvas traicioneras. Es un sube y baja constante, una presión constante.
De acuerdo con los especialistas, la fragilidad emocional tiene que ver, y mucho, con trastornos como la ansiedad y la depresión, tan de moda en los últimos tiempos. También está conectada con las diferentes inteligencias emocionales, que son distintas en cada uno y que nos hacen fuertes o débiles en determinados campos de la vida, en especial en aquellos que incorporan emociones intensas.
¿Entiendes? Cuando estás solo, cuando hasta tu círculo íntimo desconfía de ti, cuando tu esfuerzo no se traduce en resultados positivos, no es fácil seguir adelante. Llega un momento en que la realidad te desborda y es poco lo que puedes hacer. En especial, cuando no tienes la capacidad de gestionar tus emociones, cuando eres frágil emocionalmente. Ahí es cuando te rompes en mil pedazos.
Cuando tomas la decisión de convertirte en emprendedor, en realidad no sabes al raudal de emociones intensas a las que te vas a enfrentar. Dificultades varias, noches de desvelo, temores recurrentes, preocupaciones de diversa índole (económica, de salud, de tus relaciones), además de saber gestionar tanto los momentos de éxito, que son escasos, con los de fracaso, que abundan.
Sí, se cae muy seguido y no queda más remedio que sacudirte el polvo y seguir adelante. Así es el mundo de los negocios, así es la vida. Todo el tiempo, sí, todo el tiempo, estás enfrentado a una gran cantidad de emociones que, si no las sabes controlar, si no las puedes gestionar de la forma adecuada, te van a pasar por encima. Por eso, debes saber si padeces fragilidad emocional.
Cuando tienes un negocio, y lo digo con amplio conocimiento de causa porque lo vivo todos los días, te enfrentas a grandes presiones, debes tomar decisiones rápidas y, lo más complicado, debes estar preparado para lidiar con el fracaso. ¿Y qué es fracaso? El rechazo de tus clientes, que tu producto no sea bien valorado, que la competencia te supere, que tus resultados no se den.
Durante mucho tiempo lo oculté, porque me provocaba vergüenza, pero hoy sé que fueron esos momentos difíciles los que me permitieron llegar adonde estoy hoy, los que me ayudaron a ser exitoso. Lo conseguí gracias a las herramientas y recursos que adquirí con el conocimiento, con la ayuda de mis mentores, herramientas y recursos que están a tu disposición en el Método Alfa.
Miedos, creencias limitantes, agobio, permanente tentación de tirar la toalla, inseguridad, una fea sensación de vacío, baja autoestima y recurrentes pensamientos negativos son, entre muchas otras, las emociones a las que te enfrentas día a día. Y, si no estás preparado para luchar contra ellas, si no posees las herramientas necesarias para vencerlas, estás condenado a fracasar.
Sí, por mucho que te resistas, por más que te esfuerces, tarde o temprano las emociones serán más fuertes que tú y te derrotarán. La medicina para ese mal de la fragilidad emocional es el conocimiento de ti mismo (en especial, de tus fortalezas y debilidades), la autoestima y, además, contar con las herramientas y recursos que te permitan gestionar las dificultades que se presentan.
Ahora, bien, no se trata de evitar esas situaciones en las que somos frágiles emocionalmente, sino de aceptar esa realidad y saber que esas dificultades son parte del proceso, son fuente de valioso aprendizaje. A través del conocimiento como el que te brinda una formación de calidad como el Método Alfa, podrás enfrentarlas, superarlas y, lo mejor, alcanzar los resultados que te propones.
Las dificultades siempre estarán ahí y en algún momento, tal y como lo hice yo, las agradecerás. Eso fue, justamente, lo que le ocurrió a Luciano cuando empezó a transformar su vida, a reprogramar su mente, a adquirir el conocimiento necesario para dejar atrás su fragilidad emocional. Su negocio apenas comienza, pero al menos ya está mejor armado para triunfar.