Que este año tu prioridad seas tú

Quizás 2019 no fue el excelente año que te ilusionaba hace 365 días. Quizás 2019 te dejó más cicatrices por los malos momentos que huellas de instantes felices. Quizás 2019 te marcó por pérdidas que significan un vacío en tu vida. Quizás 2019 lo recordarás como un stand-by en tu vida, un año que te frenó camino de tus sueños. Quizás estés feliz de que acabe este 2019.

La vida casi nunca es lo que queremos, pero no es fácil asumirlo. ¿Sabes por qué resulta tan distinta de lo que imaginamos? Porque las decisiones que tomamos y porque las acciones que emprendemos nos desvían del camino. Es fruto de los errores que cometemos, de lo que dejamos de hacer por miedo, por las creencias limitantes, por la forma en que programamos el cerebro.

Cada vez que comienza un nuevo año nos llenos de expectativas: ¡queremos comernos el mundo!, queremos construir la vida perfecta, queremos cumplir todos y cada uno de nuestros sueños. Un mejor trabajo, libertad para disfrutar de lo que nos gusta, ingresos generosos provenientes de múltiples fuentes, salud y, de manera muy especial, el bienestar de quienes nos rodean.

Sin embargo, a la hora de hacer un balance la sonrisa de haced 365 días se transforma en un gesto de frustración. “¡Fallé otra vez!”, nos decimos con dureza, y de esta forma lo único que hacemos es programarnos para nuevos fracasos, para nuevas frustraciones. Y así se nos va la vida, año tras año, sin que consigamos torcer la tendencia, sin que seamos capaces de cambiar el rumbo.

Fijamos grandes propósitos y la ansiedad comienza a consumirnos, como cuando éramos niños y nos sentábamos junto al árbol de Navidad a la espera de que abrieran los regalos, nuestros regalos. Cuando crecemos, ya no nos interesan tanto esos paquetes porque ya sabemos que el Niño Dios no existe, porque la vida nos ha llevado por un camino distinto al que esperábamos.

Ni siquiera cuando somos adultos conseguimos cambiar esa realidad: las frustraciones les ganan la partida a las alegrías porque no somos conscientes de que estas últimas son más, muchas más, que aquellas. El problema es que nos enfocamos en lo negativo, en lo que nos provocó dolor, en lo que nos retrasó en la ruta hacia nuestros sueños y, por eso, nos cuesta tanto avanzar.

La buena noticia, una excelente noticia, es que la mente es prodigiosa, poderosa. Su alcance va más allá de lo que imaginas, de lo que tus ojos pueden ver. Sin que te lo propongas, ella, traviesa y caprichosa como es, almacena todos y cada uno de los recuerdos gratos, de los momentos felices o de las experiencias que significaron un avance en nuestro proyecto de vida, en nuestro propósito.

No nos damos cuenta porque andamos distraídos, porque nos obsesionamos con lo material, porque estamos más atentos a lo que dicen los demás y nos olvidamos de lo verdaderamente importante: ¡tú! Sí, tú eres la prioridad de tu vida, solo que no lo hemos asumido. Por la forma en que nos programaron la mente cuando niños, nos enfocamos solo en las emociones negativas.

En algún momento experimentamos algo parecido a lo que llamamos felicidad, plenitud, un estado de gracia que nos gustaría que se perpetuara. Sin embargo, la vida no es así: la vida es cambio constante, recreación, reinvención. Entonces, nuestra tarea consiste en aprender a disfrutar esos instantes, en aceptar la dinámica de la vida y en alejarnos de aquellos que nos frustra y entristece.

Aprender a gestionar las emociones, tener un plan consciente y constante que nos permita alcanzar lo que deseamos es imprescindible para evitar que el exceso de expectativas y que los sueños no cumplidos nos arruinen lo bueno que nos ofrece la vida, las bendiciones que riega sobre nosotros. Que, si lo piensas unos segundos, es mucho, mucho más de lo que crees o esperabas.

¿Recuerdas el abrazo de tu hijo aquella mañana antes de ir al colegio? ¿Recuerdas la sonrisa de tu pareja cuando compartieron juntos esa velada íntima? ¿Recuerdas la gratitud de esas personas a las que les compartiste tu conocimiento? ¿Recuerdas el bienestar que sentiste el día que lograste superar una complicación de salud? ¿Recuerdas la alegría de tu mascota cada vez que te ve?

¿Recuerdas que nunca faltó un buen plato de comida en tu mesa? ¿Recuerdas que cada noche pudiste descansar en tu cómoda cama, cubierto con suaves mantas? ¿Recuerdas que en tu ropero hay tantas prendas que podrías usar una diferente cada día del año? ¿Recuerdas que en tu vida hay personas que genuinamente se preocupan por ti? ¿Recuerdas que hoy estás vivo?

Podría seguir con más y más preguntas, pero estoy seguro de que ya te diste cuenta de cuán generosa es la vida contigo y con tu familia, con quienes te rodean. Y, como ves, no son muchos los motivos para quejarse. Por el contrario, tienes mil y una razones, y más, para agradecer y ese es, precisamente, el pensamiento que debe estar en tu mente cuando comience este nuevo año.

Entiende que la vida no es perfecta, que tu vida no es perfecta, y no tiene por qué serlo. En medio de la dinámica del cambio constante, en medio de nuestra ignorancia, en medio de nuestra terca obsesión por controlarlo todo, cometemos errores, muchos errores. La clave está en extraer el valioso aprendizaje que encierra cada uno y seguir tu camino, para disfrutar de las bendiciones.

No te enfoques en lo negativo, porque esa es una mochila muy pesada que en algún momento no podrás cargar. No seas injusto contigo mismo en esa obsesión por ser perfecto. No desperdicies las oportunidades que te brinda la vida simplemente porque estás distraído. No pierdas la invaluable chance que te da cada día para aprender, corregir, volver a empezar y festejar.

Quizás 2019 no fue el excelente año que te ilusionaba hace 365 días. Quizás 2019 te dejó más cicatrices por los malos momentos que huellas de instantes felices. Quizás 2019 te marcó por pérdidas que significan un vacío en tu vida. Quizás 2019 lo recordarás como un stand-by en tu vida, un año que te frenó camino de tus sueños. Quizás estés feliz de que acabe este 2019.

Suelta, olvida, perdona y agradece. Mira a tu alrededor y comprueba que quizás no tienes la vida que deseas, ¡sino una mejor! Deja atrás esas expectativas de perfección que solo te provocan ansiedad y frustración y, más bien, concéntrate en avanzar en la maravillosa tarea que la vida te encomendó: ser tu mejor versión, aprovechar tus dones y tus talentos, cumplir con tu propósito.

Comienza un nuevo año y no hay razón para que estés triste por lo que pasó, por lo que pudo haber sido y no fue. Deja atrás las expectativas y enfócate en los objetivos, en disfrutar el proceso de tu construcción, de tu reprogramación mental, de sentar las bases para disfrutar la abundancia que te ofrece la vida, de cumplir tus sueños y de ser un agente de transformación positiva.

Las dificultades que se presentan en nuestro camino no son más que mensajes que nos envía la vida, que aprendizajes ocultos. No pierdas la ilusión, no te dejes llevar por la ansiedad y la angustia porque lo mejor está por venir, siempre y cuando hagas lo necesario. Tú eres tu prioridad, tú eres el protagonista de esa historia que, si quieres, tendrá final feliz…

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No puedo dejar pasar la oportunidad de que leas o escuches esta nota para agradecerte el privilegio de ser parte de tu vida, de compartir contigo mi conocimiento y mi experiencia, de brindarte lo soy para ayudarte a transformar tu vida y construir tu mejor versión. Gracias porque lo que hago solo tiene sentido por ti, que eres uno de los motivos que me anima a seguir cada día.

Gracias, y que puedas construir el mejor año de tu vida. Siempre que lo requieras, aquí estaré para escucharte y, de ser posible, para ayudarte a través de mi programa Método Alfa.

Pablo

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