Enciende tu luz interior en Navidad y Año Nuevo

A medida que se prenden las luces de la Navidad y del Año Nuevo, se apagan las de aquellas personas que tristemente ven cómo se consumieron otros 365 días y se sienten cada vez más lejos de la vida que sueñan. Ni hablar de los propósitos que se fijaron un año antes: no solo no los cumplieron, sino que también es probable que ni siquiera los recuerden. Y vuelva a barajar.

Por lo que nos enseñan cuando somos niños, creemos que la Navidad es una época de alegría. Sin embargo, crecemos y nos damos cuenta de que no es así, no necesariamente. De hecho, me sorprende comprobar para cuántas personas estas fechas son, más bien, sinónimo de nostalgia y de tristeza: nostalgia por los que se fueron o nos dejaron, tristeza por lo que pudo ser y no fue.

Ciertamente, la partida de algún ser querido o un amigo es un momento que deja una cicatriz que nunca vamos a olvidar. Sin embargo, ese es el curso natural de la vida y debemos aprender a aceptarlo y, más bien, a mantener fresco el recuerdo positivo de esas personas que ya no están en nuestra vida. Mantenerlas vivas en nuestro corazón es el mejor homenaje que podemos hacerles.

La tristeza, en cambio, proviene más de lo material que de lo espiritual. Aquellas metas que no cumplimos, los propósitos a los que renunciamos prematuramente, proyectos que se quedaron en la gaveta del escritorio, sueños que ni siquiera consiguieron despegar. Lo más triste es que se trata de una situación que se repite año tras año, sin que consigamos darle otro rumbo a nuestra vida.

El problema, porque siempre hay un problema, es que mezclamos lo espiritual con lo material, y no debería ser así. Me explico: la pérdida de un ser querido es algo que escapa de nuestro control, que no podemos evitar. Es, como mencioné, la dinámica propia de la vida. Lo que sí podemos hacer es aprovechar a esas personas mientras están con nosotros, disfrutar lo que nos ofrecen.

En cambio, lo material está a nuestro alcance. De hecho, si el balance que haces en esta etapa del año no es positivo, no tienes que ir muy lejos para conocer al responsable. Camina unos pocos pasos hasta el baño y mírate en el espejo: ¡eres tú! Sí, eres tú, con tus acciones y tus decisiones, con tu falta de acción y tus miedos, con tus creencias limitantes y tus hábitos tóxicos y dañinos.

¿Entiendes la diferencia? Cuando llegan la Navidad y el Año Nuevo, son muchas las personas que están envueltas en la tristeza, es decir, están más preocupadas, más afectadas, por lo material que por lo espiritual. Esa es una de las razones por las cuales año tras año esta desagradable sensación se repite, sin que consigan cambiarla. Sin embargo, es hora de redefinir las prioridades.

Que quede claro que esta es una decisión que puedes adoptar cualquier día, sin importar la fecha, sin importar que sea Navidad o Año Nuevo. Lo importante es comenzar a transformar tu vida, a reprogramar tu mente y estar preparado para recibir aquello que la vida tiene reservado para ti. Lo importante es que tengas la firme convicción de construir la vida que deseas, una propia.

¿Sabes cómo hacerlo? Te invito a que reflexiones sobre estos cinco aspectos:

1.- ¿Sabes quién eres y qué quieres? La respuesta automática será un sí, lo sé. Sin embargo, por favor, respira profundo y date unos segundos, 10 segundos, para viajar hasta tu mente y tu corazón, porque es allí donde se encuentra la respuesta, la verdad. Si no sabes quién eres y qué quieres, todo lo que hagas, absolutamente todo, carecerá de sentido. ¿Tienes un propósito?

La sensación de desazón que invade a muchas personas por esta época del año desaparece cuando lo que haces está conectado con tus dones y talentos, con lo que te apasiona, con lo que amas. Cultiva tu vocación, descubre que el mejor negocio (o trabajo) del mundo es servir y deja de creer que la felicidad es un punto de llegada, que aquello que haces es para conseguir dinero.

2.- ¿Vives la vida que deseas? Por si no lo sabías, esta es la fuente de la mayoría de los problemas que te causa tristeza en estas fechas. ¿Por qué? Porque nos limitamos a seguir el libreto que otros diseñaron por nosotros, uno que sigue sus expectativas, no las nuestras; uno que nada tiene que ver con lo que soñamos, con lo que nos hace felices, con aquello que nos mueve y nos conmueve.

Corta el cordón umbilical que te uno con ese libreto. Haz de cuenta que tu vida a partir de hoy es una hoja en blanco y comienza a escribir tu propia historia. La que tú quieres. Recuerda: se vale borrar y corregir, que es lo mismo que erar y aprender. Deja de vivir en función de otros y date la oportunidad de construir la vida que deseas, una que se rija por tus propias reglas.

3.- ¿Tienes un plan y una estrategia? Si lo que en realidad quieres es construir una vida propia, lo primero que necesitas es saber quién eres (fortalezas, debilidades, dones, talentos, limitaciones) y qué quieres. Luego, establecer unos objetivos claros que puedas alcanzar gracias a la ejecución de un plan y a través de una estrategias (recursos, herramientas, acciones, decisiones). ¿Los tienes?

Requieres conocimiento, experiencia y, sobre todo, la firme convicción para entrar en acción. Si no te mueves, no avanzarás; si no avanzas, jamás llegarás a esos objetivos que trazaste, jamás podrás alcanzar esos sueños que te inspiran. Fija metas (2-3) que puedas cumplir y, sobre todo, que sean prioridades en tu vida. ¿Qué quieres cambiar? ¿En qué área quieres mejorar? ¿Qué te hace falta?

4.- ¿A quién puedes ayudar? Esta es una pregunta que prácticamente nadie se hace y que todos, absolutamente todos, deberíamos formularnos con frecuencia. ¿Para qué sirven los dones y talentos que la vida nos dio? ¿Qué sentido tiene aquello que aprendimos y las experiencias que acumulamos? Si la respuesta es “para ganar dinero”, ese no es un buen punto de partida.

Lo que somos y lo que tenemos, quienes somos, solo tiene sentido si lo utilizamos en función de otros. No olvides una premisa de la vida: aquello que recibes es directamente proporcional a lo que antes ha salido de ti. Entonces, enfócate en lo que hay en tu interior, en lo que das, y no tendrás que preocuparte por lo que regresa a ti, que serán bendiciones multiplicadas.

5.- ¿Estás dispuesto a pagar el precio? Este es uno de los obstáculos contra los que se estrellan muchos: desean, piden, quieren, sueñan, pero cuando hay que hacer, cuando hay que aportar, se frenan. Si no inviertes en ti, si no te rodeas de las personas adecuadas, si no te alejas de entornos tóxicos y dañinos, si no eres consistente y perseverante, jamás lograrás tus objetivos. ¡Jamás!

Si estás dispuesto a pagar el precio que significa crecer personalmente y construir una vida propia feliz y abundante, la vida te recompensará de mil y una formas maravillosas. Por eso, en Navidad y Año Nuevo, enciende tu luz interior, déjala que brille con intensidad y disponte a vivir la más increíble y apasionante aventura: descubrir y disfrutar el sentido de tu presencia en este mundo.

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