El aprendizaje que va del fracaso al éxito

El éxito y el reconocimiento son un espejismo. O, cuando menos, una verdad a medias. ¿Lo sabías? Vivimos tan obsesionados con el éxito, que solo nos preocupamos por el resultado. Así es en la vida, en el trabajo, en el deporte, en cualquier actividad. Si el resultado es positivo, asumimos que el protagonista es exitoso, pero no nos damos cuenta de qué hay detrás, de cuál es la realidad.

¿Sabías que a Walt Disney lo despidieron de un periódico “por su falta de imaginación y de buenas ideas?”. Bueno, poco tiempo después este personaje pasó a la historia como el gran creador de historias y fantasía. Su carrera fue la de un rey Midas que todo lo convirtió en éxito desde que estrenó Blancanieves, su primera película. Hoy es un modelo de creatividad y éxito.

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¿Sabías que a Oprah Winfrey la despidieron de un canal de televisión “porque no reunía las condiciones para estar en la pantalla?”. Hoy sabemos que la historia la recordará como la reina de las pantallas, como la mujer que revolucionó el estilo de hacer programas de opinión. Su estilo es copiado por doquier, pero nadie más consiguió entrar en el corazón del televidente como ella.

¿Sabías que a la escritora J.K. Rowling las editoriales le cerraron las puertas una y otra vez? Luego, lo sabemos, se hizo famosa como la escritora de la saga de Harry Potter, un éxito rotundo no solo en las páginas, sino también en el cine, con ocho películas que batieron récords. Acumula una fortuna de 800 millones de dólares que la acredita como una de las personas más ricas del Reino Unido.

Podría extenderme más, mucho más, para referirme a innumerables personas a las que reconocemos como exitosas, pero que en su pasado tienen alguno que otro lunar. Como todos, como cualquiera, porque así es la vida. La diferencia es que ellos no se rindieron, no se amilanaron con los fracasos y, más bien, se impulsaron en ellos, en el valioso aprendizaje que rescataron.

¿Por qué ellos sí pudieron y yo no puedo?, es la pregunta que, quizás, te haces ahora. Porque ellos fueron capaces de convertir el fracaso en una oportunidad de oro, en el comienzo de una historia diferente, de una exitosa. La buena noticia es que cualquier persona puede hacerlo; la mala noticia es que solo unos pocos lo hacemos, mientras que la gran mayoría naufraga en su mar de fracasos.

Hay otra razón: los mensajes que fueron grabados en las mentes de esas personas durante su niñez. Esos “No puedes”, “Eso no es para ti”, “Mejor dedícate a otra cosa y no hagas el ridículo” y otros más por el estilo que, años más tarde, se manifiestas como creencias limitantes, como obstáculos insalvables. Se ponen en acción, pero surge la primera dificultad y tiran la toalla.

Que no es lo peor que puede ocurrir, en todo caso. Lo peor es que no aprovechamos esa situación, esa experiencia, para aprender. El problema es que nos han llenado la cabeza con la idea de que el fracaso es malo, de que los que fracasan son perdedores, y no es así. Todos, absolutamente todos, fracasamos en la vida, en diferentes actividades de la vida. Y lo hacemos todo el tiempo.

Recuerdo la primera vez que intenté preparar un asado, que es un arte del que los argentinos nos enorgullecemos. Ni te cuento: fue un fracaso. Éramos jóvenes y nos divertimos, y parte de la diversión fue comernos esa carne tal y como me había quedado. Sin embargo, lo intenté una y otra vez hasta que me convertí en un experto: aprendí de mis errores y cumplí la meta propuesta.

Así ocurre en cualquier actividad que realices en la vida. En el estudio, en el deporte, inclusive en las relaciones personales. ¿Cuántas veces intentaste conquistar a una chica y fracasaste? Sin embargo, eso no te hizo desistir y, seguramente, ahora estás casado, tienes una pareja. Y me imagino que de esos intentos fallidos extractaste algún conocimiento que te resultó útil.

A Og Mandino, el célebre autor del libro El vendedor más grande del mundo, del que se han vendido más de 50 millones de copias, se le atribuye la conocida frase “Aquel que no ha fracasado nunca, es que no ha intentado nada”. Y yo le agregaría “no ha aprendido nada”. Y te lo dice alguien que durante mucho tiempo fracasó en todo lo que emprendía, un maestro en el arte de fracasar.

De aquellos episodios doloroso, que dejaron algunas cicatrices, extracté estos aprendizajes:

1.- Nada es gratis en la vida. Lo que sucede en tu vida tampoco es una recompensa o un castigo por lo que haces, tal y como nos enseñan. Se trata, simplemente, del resultado de nuestras acciones y decisiones. Si quieres algo, tienes que ir por él y hacer lo necesario para conseguirlo: adquirir aprendizaje, invertir, experimentar, relacionarte, fracasar y volver a comenzar.

2.- Establece un propósito. Una de las principales fuentes de fracaso es que comenzamos sin saber a ciencia cierta para dónde vamos, qué queremos. Si tu propósito en la vida es ser un buen padre de familia, has todo lo que necesario para alcanzar ese objetivo. Diseña un plan, implementa unas estrategias, invierte en recursos y herramientas que te ayuden. Y levántate cada vez que caigas.

3.- Improvisa sobre la marcha. Las cosas no siempre (casi nunca) salen como las planeamos, así que es necesario aprender a improvisar. No te aferres a nada, ni a nadie: cambia, adáptate a las condiciones. La resistencia al cambio es una de las creencias limitantes más fuertes y, también, una de las razones por las cuales fracasamos continuamente. Sé ingenioso, sé creativo.

4.- No estás solo: apóyate en otros. El fracaso, por aquello de la programación mental, nos envía un mensaje negativo: no servimos, somos malos. Eso, sin embargo, no es cierto. Nadie es malo para nada por naturaleza, solo que no sabe cómo hacerlo. Aprende de otros, de los que ya están donde tú deseas estar, de los que ya cumplieron sus metas, de los que quieren compartir lo que saben.

5.- Inténtalo de nuevo. Hagas lo que hagas, vas a fracasar. Una y mil veces. Esa esa es una realidad que no vas a cambiar, que no puedes evitar. Lo que debes aprender es que el verdadero fracaso es no volver a intentarlo, quedarte en tu zona de confort o conformarte con lo que tienes, que es lo mismo que renunciar a lo que quieres.

Inténtalo tantas veces como sea necesario hasta conseguirlo. El éxito y el reconocimiento son un espejismo. O, cuando menos, una verdad a medias. No te obsesiones con el éxito y no te derrotes ante el fracaso. Los dos son estados pasajeros, estaciones de la vida. Si por el camino que elegiste no llegaste a la meta, cambia plan, afina la estrategia, pero no cambien la meta, en especial si esta es alcanzar la felicidad, la prosperidad y la abundancia.

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