Porqué ser constante es una elección consciente

¿Cuántas veces lo has intentado? Mil y una veces. ¿Cuántas veces has fallado? Mil y una veces. No importa de qué se trata, si de adquirir hábitos saludables en la comida, si de establecer una rutina diaria de ejercicio, si de prepararte para mejorar tu emprendimiento, si de aprender un segundo idioma, si de alejarte de ese ambiente tóxico que te impide crecer. No importa: el resultado, tristemente, siempre es igual.

Una de las situaciones más incómodas a las que se enfrenta cualquier ser humano es aquella de fracasar una y otra vez en lo que se propone. Es algo frustrante, que te llena de inseguridad, que te hace creer que no eres capaz, que te impulsa a tirar la toalla cada vez más rápido. El problema es que casi siempre vemos el problema donde no está, es decir, nos enfocamos en el resultado.

¿Cómo así? Por ejemplo, no logras tener un negocio exitoso y, entonces, piensas que eres un fracaso, que no tienes fuerza de voluntad, que no fuiste creado para esto, que al final es más sencillo tener un trabajo en relación de dependencia. ¿Lo ves? Estás enfocado en el resultado: no controlas las emociones, es una forma de esconder tus miedos, reincides porque te rodeas de las personas equivocadas.

Aprender a controlar las emociones es una de las asignaturas más difíciles para cualquier emprendedor. Cuando fracasas, en vez de tomar el aprendizaje y volver a intentarlo, te rindes rápidamente, saltas a una nueva idea, buscas dejar rápidamente tu proyecto y vuelves a convencerte que eso no es para ti. Las manifestaciones son distintas, pero el origen es el mismo. O, de igual manera, no logras avanzar con tu emprendimiento porque está rodeado de personas que tienen empleos, que te condicionan, que te incentivan a abandonar e ir por lo erróneamente llamado “seguro”.

¿Lo entiendes? El error es que siempre, casi siempre, nos enfocamos en las manifestaciones del problema, o en las causas, pero no en las consecuencias. Por eso, nunca, casi nunca, somos capaces de ponerle punto final a esa situación, a ese comportamiento aprendido, a ese hábito adquirido, y lo repetimos una y otra vez, mil y una veces más, sin conseguir vencerlo.

Cada vez que alguna de las personas que emprendieron el camino de la transformación de su vida a través de mi programa Método Alfa me expone este problema, suelta frases como estas: “Pablo, no soy capaz”, “Pablo, no nací para esto”, “Pablo, no tengo fuerza de voluntad”, “Pablo, esto es más fuerte que yo”, “Pablo, comienzo bien, pero al poco tiempo flaqueo y luego me rindo”

Si las ves en profundidad, todas son excusas socialmente aceptadas, todas son manifestaciones del problema y todas están enfocadas en el resultado fallido. ¿Sabes por qué? Porque de esa forma es que está programada tu mente, porque esos son los mensajes con los que tú la alimentas, porque es más fácil y más cómodo para ella ofrecerte estas opciones en vez de salir de su letargo y actuar.

Ahora, te preguntarás ¿cuál es el problema? Que no aprendemos a ser constantes. Que no se trata de un don que poseen unos pocos privilegiados, que no es un conocimiento que esté lejos de tu alcance, que no es algo que nace contigo. Se trata de una habilidad, es decir, de una capacidad que todos, absolutamente todos, podemos desarrollar. Podemos, pero casi nunca la elegimos.

Me explico, para que no haya confusiones: ser constante es el resultado de lo que haces y de cómo lo haces. En esencia, es el resultado de las decisiones que adoptas. Si quieres aprender a emprender exitosamente, es necesario que comiences a rodearte de personas que ya lograron eso que buscas. Sin embargo, continúas rodeándote de personas que viven de un salario y lo único que haces es caer en la misma creencia una y otra vez. ¿Por qué? Elegiste mal, elegiste estar en el lugar equivocado.

Entonces, mientras sigas atado a esas actividades, siempre fallarás en el intento, siempre tirarás la toalla. Y luego tu mente te ofrecerá un amplio abanico de excusas: “no tengo fuerza de voluntad”, “es más fuerte que yo” y otras por el estilo. Pero, no es así. Si quieres lograr que tu emprendimiento sea exitoso, es necesario cambiar tus hábitos de manera radical, alejarte de ciertos lugares.

Si comienzas a reflexionar sobre tus hábitos, si cuestionas porque estas fallando, si logras rodearte de otros emprendedores que están trabajando en su propia libertad, si reprogramas tu mente para el éxito y la abundancia, si te alejas de las personas que te inducen a abandonar y los cambias por quienes te motiven al cambio, el resultado cambiará, será muy distinto.

En otras palabras, mientras avances a paso firme, mientras tomes las decisiones correctas y las respaldes con actos coherentes, la consecuencia será diferente. En algún momento, verás cómo tu emprendimiento comienza a crecer, cómo te sientes mejor, cómo quienes te rodean ven cambios positivos en tu actitud, en tu salud, en tu vida. ¿Entiendes? Es el beneficio de las consecuencias.

La falta de constancia es la consecuencia de algo que haces, del mensaje que emite tu mente. La mayoría de las veces fracasamos porque nos enfocamos exclusivamente en el resultado, en el final, y nos olvidamos del proceso. Y el proceso es lo más importante, porque es el terreno en el que la constancia es protagonista: si tomas las decisiones correctas, ser constante resultará fácil.

A veces, también, fallamos porque nos montamos una película en la cabeza y nos imaginamos el proceso, pero en lo que vivimos en la realidad es muy distinto. Esas películas mentales son muy cómodas, placenteras, sin dificultades, y la vida real es lo contrario, de ahí que enfrentarnos a esos obstáculos inesperados hace que tiremos la toalla, que aceptemos que no somos capaces.

Y cuando en la mente se posiciona la idea de que no somos capaces, jamás lo conseguiremos. Sea lo que sea que nos propongamos. Para obtener un resultado específico, cualquiera que sea, primero debemos creer que somos capaces, primero debemos estar convencidos de que lo vamos a lograr. De esa manera, tus acciones y tus decisiones serán consecuentes, y podrás, lo lograrás.

Constantemente, ser constante, es el quinto de los 12 principios del Método Alfa. En esta formación exclusiva para emprendedores, aprenderás que ser constante es una elección de vida, una decisión consciente, una construcción diaria. Se trata de una habilidad que desarrollas poco a poco, de un hábito que cultivas cada día para no caer en las excusas de siempre, para evitar los resultados de siempre.

Ser constante es la diferencia entre alcanzar lo que deseas, en conquistar tus sueños, en lograr tus objetivos y, por el otro lado, ser uno más de los que fallan una y mil veces. Si eres constante, podrás superar las dificultades, no tirarás la toalla y te concentrarás en el proceso, en tomar las decisiones adecuadas, en ejecutar las acciones pertinentes. La consecuencia será lo que esperas.

Si no eres constante, es por los pensamientos que hay en tu mente, es por las emociones que se generan a partir de esos pensamientos (como, por ejemplo, los miedos), es por los mensajes que te dices (no soy capaz, no nací para esto, no puedo conseguirlo, no vale tanto esfuerzo). En la vida, tú eliges si tiras la toalla, y te conformas con poco, o si, por el contrario, eres constante, y lo obtienes todo. Y tú ¿Qué estas esperando?

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